jueves, 9 de junio de 2011

Pirateria

La piratería es una práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, probablemente tan antigua como la navegación misma. Consiste en que una embarcación privada o una estatal amotinada ataca a otra en aguas internacionales o en lugares no sometidos a la jurisdicción de ningún Estado, con el propósito de robar su carga, exigir rescate por los pasajeros, convertirlos en esclavos y muchas veces apoderarse de la nave misma. Su definición según el Derecho Internacional puede encontrarse en el artículo 101 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
Junto con la actividad de los piratas que robaban por su propia cuenta por su afán de lucro, cabe mencionar los corsarios, un marino particular contratado que servía en naves privadas con patente de corso para atacar naves de un país enemigo. La distinción entre pirata y corsario es necesariamente parcial, pues corsarios como Francis Drake o la flota francesa en la Batalla de la Isla Terceira fueron considerados vulgares piratas por las autoridades españolas, ya que no existía una guerra declarada con sus naciones. Sin embargo, el disponer de una patente de corso sí ofrecía ciertas garantías de ser tratado como soldado de otro ejército y no como un simple ladrón y asesino; al mismo tiempo acarreaba ciertas obligaciones.

Pintura Barroca Española

Durante la época renacentista, la pintura española alcanzó un desarrollo menor que el que se produjo en otros países europeos y, sobre todo, en Italia. De este modo, y con el paso del tiempo, únicamente la obra de El Greco ha alcanzado verdadero renombre internacional. Es por lo tanto evidente que en el siglo en el que Castilla podía considerarse como la primera potencia mundial los focos de innovación y de creación de las novedades artísticas, en la pintura, quedaban alejados de las fronteras españolas.
Sin embargo, en el siglo XVII, con la estética barroca, podemos considerar que la pintura española alcanza su plena madurez. Es bien cierto que con respecto al periodo anterior los focos artísticos europeos se diversifican y que el centro de toda novedad ya no es Italia. Pero, aun siendo importantes las aportaciones españolas en el campo de la arquitectura y la escultura, va a ser en el arte de pintar donde asistamos a una verdadera revolución, por la diversidad de focos artísticos (aunque no haya grandes diferencias entre ellos), por el número de artistas y, sobre todo, por la increíble calidad pictórica que alcanzaron algunos de los autores.
Juan de Zurbarán, ‘Bodegón con manzanas y azahar’ (hacia 1640), Colección privada.  Diego Velázquez, ‘Retrato de la infanta Margarita’ (hacia 1660), Madrid.
Gran parte de la pintura barroca española, como no podía ser de otra manera, es de tema religioso, dada la influencia de la iglesia católica en las mentalidades y su importancia como cliente. Así pues, los temas mitológicos, el paisaje o las composiciones históricas son muy escasos. Sin embargo, caracteriza a las obras su naturalismo y su tendencia al realismo. Y detrás de todo ello está el interés por representar al país a través de los personajes mostrados en las obras, no sólo los de los grupos pudientes, sino también esos modelos anónimos, los hombres de la calle, cuyos rostros curtidos podemos ver en tantos cuadros, la sociedad en suma, vista desde múltiples ópticas.
Siempre solemos creer que la nómina de pintores barrocos españoles se reduce a sus primeros espadas: Zurbarán, Murillo y, sobre todo, Velázquez. Sin embargo artistas como Ribalta, Ribera, Valdés Leal, Carreño de Miranda, Claudio Coello y otros tantos han de ser tenidos en cuenta a la hora de valorar lo que la pintura española fue capaz de desarrollar en el siglo XVII: una mirada profunda, y muchas veces crítica y aguda, sobre la sociedad de su época. Es evidente que, en este sentido, el genio de Velázquez luce de tal manera que eclipsa a todos los demás. Pero entenderemos mejor la pintura barroca si, alejados de ese deslumbramiento que las obras de Velázquez nos producen, volvemos nuestra mirada sobre los otros artistas y somos capaces de valorar lo que entonces se hizo en pintura.
En definitiva, es correcto decir que en Velázquez encuentra su cumbre la pintura barroca, pero resulta igualmente válido afirmar, en un sentido más general, que en el barroco la pintura española alcanzó su momento álgido. Había llegado la madurez. Y este hecho coincidió, aunque no es mera coincidencia, con un momento en el que también llegaba el declive al país. Un país todavía inexistente en el que el arte (sobre todo la pintura), al igual que la literatura, alcanzó la primera posición en cuanto a las realizaciones culturales se refiere.


Sobre la fugacidad de la vida: La obra de Valdés Leal

Uno de los más importantes pintores españoles de la época barroca, es el sevillano Juan de Valdés Leal (1622-1690), un pintor de tendencia tenebrista y gusto por lo dramático, típicamente barroco. Valdés se hizo hermano de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla, institución dedicada al auxilio de pobres, enfermos y moribundos. Precisamente, por encargo de Miguel de Mañara, fundador de dicha institución, realizó dos de sus cuadros más famosos, conocidos con el nombre de ‘las postrimerías’.
Juan de Valdés Leal, ‘Finis gloria mundi’ (1672). Sevilla.  Juan de Valdés Leal, ‘In ictu oculi’ (1672). Sevilla.
Se trata de dos lienzos rematados en medio punto, titulados In ictu oculi (‘en un abrir y cerrar de ojos’) y Finis gloriae mundi (‘Final de las glorias terrenales’). En el primero de ellos, la muerte con su guadaña nos muestra su poder: de un soplo (como le sucede a una vela que se apaga) la vida humana finaliza, poniendo límite a todos los poderes terrenales. En el segundo, Valdés nos presenta los cuerpos muertos de un caballero y un obispo. En ambos casos sus famas y sus glorias de nada les han servido, porque los dos cadáveres se encuentran en estado de pudrición. Mientras tanto, la mano de la justicia divina pesa las buenas y malas obras que en la tierra se han realizado.
En definitiva, pura mentalidad barroca, inspirada por Miguel de Mañara, de quien se cuenta que, dedicado a una vida desenfrenada, vio un día pasar su propio entierro por una calle sevillana. A partir de ahí su actitud ante la vida cambió profundamente, asumiendo que la muerte es la gran igualadora que a todos nos equipara. ‘Memento mori’: polvo somos y en polvo nos habremos de convertir.


El pintor de las inmaculadas y los niños de la calle. Bartolomé Esteban Murillo

¿Qué sucede en una familia de clase media andaluza, en el siglo XVII, cuando fallece el padre, dejando tras de sí a una viuda, que muere a los pocos meses, y catorce hijos? Esta enorme tragedia familiar le sucedió al sevillano Bartolomé Esteban Murillo (1.617-1.682), el menor de la familia, quien perdió a su padre con nueve años y a su madre con diez. Del niño acabó haciéndose cargo una de sus hermanas mayores, que le envió a aprender pintura a uno de los talleres existentes en la ciudad.
En esa infancia difícil se forjó el carácter de Murillo quien sin embargo hacia 1645 era ya un pintor de relativa importancia, que recibía encargos propios, de cierto interés. Ya para entonces la mayor parte de sus cuadros eran de tema religioso, destinados a las iglesias y conventos de la ciudad. En este tipo de obras basó Murillo su prestigio y su fama, destacando sobre todo como pintor de inmaculadas, tema al que dedicó varias de sus obras, en las que definió un tipo de virgen caracterizada por sus rasgos juveniles, su dulzura y la presencia de unos fondos luminosos.
Bartolomé Esteban Murillo, ‘Niños jugando a los dados’ (hacia 1675). Munich. Bartolomé Esteban Murillo, ‘Inmaculada’ (Hacia 1678). ). Madrid. Bartolomé Esteban Murillo, ‘Muchacha con dueña’ (1670). Washington
En general, en su obra podemos apreciar numerosas influencias. Así, los fondos oscuros de algunos de sus lienzos nos remiten a Ribera y Zurbarán. El colorido brillante nos habla de la pintura veneciana, mientras que los rompimientos de gloria de sus cuadros, sobre todos los de las inmaculadas, deben ponerse en relación con la pintura barroca flamenca.
Por otro lado, el pintor cultivó también los temas de género, sobresaliendo sobre todo su serie dedicada a personajes infantiles, en la que retrata, de manera realista, a verdaderos niños de la calle, esos mendigos tan frecuentes en la Sevilla de mediados del siglo XVII, aunque casi siempre vistos con unos colores dulces y unos fondos luminosos.
Aunque residió por una breve temporada en Madrid, donde mantuvo contactos con Velázquez, la mayor parte de la obra de Murillo fue realizada en Sevilla, al calor de la extensa clientela que poseía en la ciudad y su área de influencia, donde alcanzó el prestigio suficiente como para impulsar la creación de una academia sevillana de pintura. Paradójicamente, ya en edad avanzada Murillo recibió un encargo de un convento gaditano, lo que le hizo trasladarse a esa ciudad. Allí tuvo una caída de un andamio, lo que acabaría provocando su muerte pocos meses después.


Zurbarán, el pintor místico. Sobre santas, mártires y asuntos religiosos.

Santa Águeda (o Santa Ágata) nació en Italia hacia el año 230. De joven la distinguían su fe cristiana y su gran belleza. Atraído por ella, el cónsul Quintiliano procuró conseguir sus favores, pero fue rechazado por la doncella. Ni siquiera la hizo cambiar de opinión el que la encerrasen durante un mes en un prostíbulo, buscando que se contagiase de las rameras que allí se ocupaban.
Así pues, el cónsul la envió a una celda y la sometió a tortura. Tras pasarla por el potro, sus sicarios le arrancaron lentamente los pechos. Sin embargo, Águeda recibió el auxilio de San Pedro, que por la noche se le apareció en su celda y la sanó de sus heridas, hasta el punto de recuperar los pechos amputados.
Cuando el cónsul reparó en la milagrosa curación, ordenó que la mártir fuese quemada en la hoguera. Ya en la pira, un terremoto provocó las iras del pueblo, que achacó el seísmo a la crueldad de Quintiliano con la joven. Así pues, ésta fue devuelta a su celda donde, finalmente, murió sin perder su virginidad y habiéndose mantenido fiel a Jesús.
El martirio que, brevemente, acabo de describir, es uno de los temas que más atrajo al pintor Francisco de Zurbarán (1598-1.664), nacido en Fuente de Cantos (Badajoz) pero trasladado de joven a Sevilla, donde aprendió el oficio de pintor y donde se estableció definitivamente en 1629. Aquí conoció a Velázquez, quien más tarde lo reclamó a Madrid para que participase en la decoración del Alcázar de los Austrias. Tras su regreso a Sevilla, Zurbarán pasó unos años dedicado a pintar sobre todo obras de tipo religioso para los numerosos conventos de la ciudad y de su área de influencia. Años después el pintor regresaría de nuevo a la Corte, instalándose en Madrid, donde finalmente murió.
Francisco de Zurbarán, 'Santa Casilda' (1633). Madrid  Francisco de Zurbarán, 'Santa Águeda' (Hacia 1630), Montpellier. (Detalle)  Francisco de Zurbarán, 'Santa Águeda' (Hacia 1630), Montpellier.
Si Zurbarán no hubiese sido el genio artístico que fue, su obra podría definirse como la de un pintor barroco volcado al tema religioso, que de muy de vez en cuando aborda otros temas como el retrato o el bodegón. Pero el arte de Zurbarán es especial, completamente especial. Comenzó su producción influido por las modas tenebristas que llegaban de Italia, pero el contacto con su amigo Velázquez acabó por aclarar su paleta, mientras el artista adquiría esa enorme capacidad para remarcar los volúmenes de los personajes que representa, hasta el punto de que en ocasiones llegan a parecer esculturas bidimensionales.
Pero las obras de Zurbarán enseñan al mundo también, en plena Contrarreforma, una manera de entender la religión católica bastante peculiar: el pintor renuncia la mayor parte de las veces a mostrarnos el dolor de los personajes, los aspectos violentos o desagradables de sus martirios si es el caso, y se concentra en reflejar la religiosidad en los rostros, en las actitudes. En definitiva, sus planteamientos están muy cercanos a la mística, como vía personal e interior del acercamiento a Dios.
Como muestra de ello, valga esta serie de santas en las que Zurbarán nos dejó lo mejor de su pintura: esas mujeres, todas mártires (de hecho cada una lleva el atributo de su martirio), pero en las que el dolor no está representado. Las santas aparecen absortas en sí mismas, ataviadas a la usanza de la época, pero rebosan serenidad, majestuosidad y belleza. Una belleza que irradia del interior del personaje y que se extiende a la totalidad de lo representado. Que se encuentra en el color y en la forma, en los volúmenes, pero que nos lleva a los rostros y desde éstos al interior de cada personaje. A lo más profundo de cada uno, a su corazón, como los místicos querían.


El Tenebrismo en España. Sobre la obra de José de Ribera, el ‘Spagnoletto’.

He aquí a un pintor español, José de Ribera (1591-1652) que se trasladó a Italia en plena juventud y que ya prácticamente no regresó más a nuestro país. Este hecho marcó profundamente su trayectoria artística, porque en Italia pudo conocer las obras de los grandes autores del Renacimiento, pero también la de Caravaggio, que influiría enormemente en su producción. Ribera acabó asentándose en Nápoles, que entonces pertenecía a la corona aragonesa, consiguiendo el apoyo de los virreyes, hasta el punto de alcanzar un status parecido al de los pintores de cámara.
José de Ribera, ‘Arquímedes’ ("El filósofo sonriente"), 1630, Madrid. (Detalle) José de Ribera, ‘Pitágoras’ (Hacia 1630), Valencia.
Todo ello explica que en la producción del pintor predomine la temática religiosa, con obras en las que el realismo es la nota más característica. Un realismo que más que natural busca provocar el efecto y la sorpresa en el espectador. Pero también tuvo tiempo de hacer incursiones en otro tipo de temas, como los mitológicos o los retratos, entre los cuales llaman enormemente la atención esos personajes populares a los que la naturaleza ha traído alguna desgracia, como la mujer barbuda o el patizambo. Quizás estos ‘monstruos barrocos’ le interesaron tanto porque él mimo era de muy corta estatura, hasta el punto de que ello dio origen a su sobrenombre de ‘El españolito’. Pero a mi siempre me ha llamado la atención la serie que se conoce con el nombre de ‘los filósofos’, en la que retrata (recurriendo como modelos a personajes populares) a algunos de los más insignes científicos y filósofos de la Antigüedad.

De Caravaggio tomó Ribera ese acusado tenebrimo que está presente en la mayor parte de su producción hasta, aproximadamente 1634. En efecto, en esas obras, parece como si un violento foco de luz, externo al propio cuadro, se empeñase en mostrarnos el tema representado, dejando una parte importante del lienzo en una oscuridad casi absoluta. Después de esa fecha esta tendencia se aminora y los colores de algunos de sus cuadros cobran mayor luminosidad. Quizás en todo ello influyeron las circunstancias de su propia vida personal, porque sus últimos años suponen de nuevo el regreso al claroscurismo más estricto, mientras el artista veía desaparecer la confortable situación económica en la que había vivido y moría prácticamente arruinado. Muy propio de una biografía barroca. El contraste, siempre el contraste. Como la luz y la sombra, en definitiva.

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Escultura Barroca Española

La escultura barroca española tiene una serie de características propias:
  • Predominio de los temas religiosos (En España, como ocurrió durante el Renacimiento, el arte barroco es básicamente religioso).
  • Realismo. Para extremar el realismo de las figuras se recurre a postizos como el empleo de pelo real, corona real, ojos y lágrimas de cristal, etc. Se llegaron a crear imágenes de vestir, en las que se realizaban con minuciosidad cabeza, manos y pies para vestirlas con ropa real).
  • Empleo de la madera policromada como material preferido.
  • El cliente más importante es la Iglesia y en segundo lugar la Corte.
  • Las obras decoran retablos, sillerías de coro y los famosos pasos de Semana Santa.
  • Se produce la decadencia de la escultura funeraria.
En el Barroco Español es necesario clasificar su arte en diferentes escuelas:
Escuela Barroca de Valladolid
La Escuela de Valladolid se caracteriza por el realismo violento de la escultura religiosa, en el que se exalta el dolor y el patetismo. Su mejor exponente fue Gregorio Fernández
Gregorio Fernández
Gregorio Fernández fue el principal representante de la Escuela Vallisoletana. Esculpe sus obras con un realismo violento y perfección anatómica en los cuerpos, matizando la dureza de los huesos, la tensión de los músculos, la blandura de la carne o la suavidad de la piel. También fue un magnífico policromador.
Algunas de sus obras más importantes son:

Cristo de la Luz
Es una talla de perfección anatómica. Se recrea en el dolor y patetismo de rostro reflejando dolor y sufrimiento con profusión de sangre. Los pliegues son rígidos, al estilo goticista)

La Piedad flanqueada por los dos ladrones
La expresión de la Virgen muestra gran dolor. De nuevo asistimos a una obra donde destaca la perfección anatómica.

Cristo yaciente
Le representación de Cristo muerto es el colmo del patetismo, donde se resalta la emoción de máxima soledad.

Escuela Barroca de Andalucía
La escultura barroca de la Escuela Andaluza, aunque también es realista, emplea un realismo más clásico, más sereno. En esta escuela predomina la técnica del estofado.
Dentro de la escultura barroca andaluza debemos hablar de dos centros: creadores:
  • Sevilla. Cuyos principales artistas son Martínez Montañés y Juan de Mesa.
  • Granada. Representada por Alonso Cano y Pedro de Mena.
Martínez Montañés
Cristo de la Clemencia
Se trata de la escultura del Crucificado. Sin embargo, en ella no hay realismo violento. Se representa a Cristo aún vivo. También, esta obra denota una gran perfección anatómica.

La Inmaculada
Es una estatua donde La Virgen, idealizada, se encuentra sola representada sobre nubes con ángeles mirando hacia abajo. Su posición es piadosa. María lleva manto amplio hasta los pies, en el que se utiliza la técnica del estofado.

Retablo de Santiponce
La Adoración de los pastores es un altorrelieve de composición bastante simétrica.

Juan de Mesa
El Jesús del Gran Poder
es una escultura de Cristo llevando la cruz, con patética expresión de cansancio y dolor. Se trata de una escultura de vestir.

Alonso Cano
Alonso Cano fue un artista muy completo, lo cual es algo excepcional entre los artistas españoles. Destacó especialmente como escultor, donde se empleó con un gusto clasicista por la belleza y la armonía.
La Inmaculada de la Catedral de Granada
La Virgen es esculpida con rostro joven, mirando hacia abajo y con las manos en actitud piadosa. Lleva un manto azul que se ajusta al cuerpo a manera de huso. Sus pies se apoyan sobre nubes y ángeles.

Otras de las obras de Alonso Cano son la Virgen de la Oliva y el Retablo de Lebrija.
Pedro de Mena
Pedro de Mena fue un escultor tendente a la realización de representaciones místicas y también dramáticas, con exaltación de los sentimientos.
Algunas de sus obras fueron la Representación de la María Magdalena, San Francisco de Asís y Ecce Hommo.
Otros artistas de la Escultura Barroca en España
Dentro de los escultores cortesanos hay que citar a Manuel de Pereira, con su obra San Bruno.
Juan de Bolonia realiza el retrato ecuestre en bronce de Felipe III. De la Plaza Mayor de Madrid.
Escultura barroca cortesana. felipe IV de Pietro Tacca
El italiano Pietro Tacca realizó también el retrato ecuestre de Felipe IV que se encuentra en la Plaza de Oriente de Madrid. Tacca esculpió el caballo en corbeta y sostenido con las patas traseras y la cola.
Por su parte Francisco Salzillo fue un escultor de la Escuela de Murcia que realizó su obra durante la primera mitad del siglo XVIII. Trajo a España la moda de los belenes, de los pesebres de Nápoles. Su escultura tiende a la dulzura y elegancia con predominio de los colores pastel. Se considera a Salzillo como la transición entre el barroco y el rococó.

Arquitectura Barroca Española

La arquitectura barroca es resumen y paradigma del espíritu de la "civilización del barroco".
En ella se adoptan las líneas curvas frente a las rectas por generar aquéllas mayor dinamismo y expresividad.
Las fachadas adquieren la máxima importancia pues en ella se suelen volcar los mayores empeños decorativos mediante numerosas cornisas y columnas griegas, romanas y salomónicas. Por el predominio de los elementos decorativos sobre los constructivos, se puede afirmar que el estilo barroco más que un estilo de arquitectura es una forma de decoración arquitectural.
Basílica del Pilar
Las plantas de los templos también tienden a alejarse de las formas clásicas basadas en la línea recta, el cuadrado y la cruz y en muchas ocasiones se adoptan plantas circulares, elípticas o mixtilíneas. Esta libertad en las plantas arquitectónicas permite una mejor adaptación al lugar en que se va a erigir el edificio.
Una de las preocupaciones del Barroco son los grandes recintos públicos urbanos. Es frecuente que en las ciudades más importantes se lleven a cabo plazas mayores de enorme superficie y suntuosidad. En España tenemos los ejemplos señeros de la Plaza Mayor de Salamanca y de la de Madrid.
Arquitectura Barroca en España
El Primer Barroco
La arquitectura barroca se introduce en España a finales del siglo XVI y se desarrolla durante gran parte del siglo XVII de manera más contenida y austera que la italiana, sobre todo por el éxito de la arquitectura herreriana.
Se construyen edificios con materiales pobres y de aspecto sombrío. Los centros principales en que se desarrolla el barroco son Madrid, Sevilla, Valencia, Toledo y Valladolid.
En este período de comienzos del siglo XVII destaca Juan Gómez de Mora que trabaja en la corte de los Austrias, que es el arquitecto de la Plaza Mayor, Ayuntamiento, Monasterio de la Encarnación y la cárcel de la Corte de Madrid y el Colegio de los Jesuitas en Salamanca.
Alonso Carbonell diseña el Palacio del Buen Retiro y sus jardines.
Jorge Manuel Theotocópulos, hijo de El Greco, dirigía las obras del Ayuntamiento de Toledo.
Ayuntamiento de Toledo
Otros arquitectos de la época son Francisco de Mora, Juan de Nantes, Giovanni Battista Crescenzi, Francisco Bautista, etc.
Segundo Periodo del Barroco o "Barroco Pleno"
A medida que avanza el siglo XVII se percibe un progresivo camino de intensificación de la ornamentación recargada y la eliminación de elementos herrerianos.
Torre de Santa Catalina. Gran exponente de la arquitectura barroca en ValenciaEn Andalucía, ya hacia fines del siglo, el pintor y escultor, Alonso Cano, inició la tendencia hacia un mayor esplendor ornamental siendo autor de la fachada de la catedral de Granada.
Tal tendencia se aprecia en la Basílica del Pilar de Zaragoza, obra de Francisco Sánchez, Francisco Herrera el Joven, Ventura Rodríguez y Domingo Yarza o en la torre de la iglesia de Santa Catalina de Valencia construida por Juan Bautista Viñes.
Otros arquitectos del barroco pleno en España son:
  • Francisco Hurtado Izquierdo, arquitecto de la Cartuja de Granada.
  • Jiménez Donoso, autor de la Casa de la Panadería en la plaza Mayor de Madrid.
  • José Peña de Toro, iniciador del aspecto barroco de la Catedral de Santiago de Compostela.
  • Domingo de Andrade, arquitecto de la torre del reloj en Compostela.
  • Melchor Velasco de Agüero: arquitecto del Monasterio del Salvador de Celanova.
  • Felipe Cerrojo, autor de la iglesia de la Pasión en Valladolid.
El Estilo Churrigueresco
Es la tendencia de la arquitectura barroca española (el "rococó español") a lo largo de gran parte del siglo XVIII. Se basa en una decoración exultante y muy recargada en lo muros exteriores.
El creador del estilo no son otros que José Benito de Churriguera y sus hermanos Joaquín y Alberto.
José Benito de Churriguera es el arquitecto de San Cayetano, Santo Tomás, y la ciudad de Nuevo Baztán.
Joaquín de Churriguera se encargó del Colegio de Calatrava de Salamanca, mientras que Alberto de Churriguera lo hace de la Plaza Mayor de la misma ciudad.
Los sucesores de los Churriguera llevaron este estilo a extremos delirantes.
Los arquitectos más importantes del estilo churrigueresco son:
  • Pedro de Ribera, Hospicio de Madrid.
  • Narciso Tomé: Transparente de la catedral de Toledo.
  • Leonardo de Figueroa: Hospital de los Venerables, Seminario de San Telmo.
  • Fernando de Casas Novoa, Fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela.
El Estilo Borbónico
Aunque la arquitectura churrigueresca se desarrolla durante la dinastía borbónica en España, son precisamente estos monarcas de origen francés quienes imponen en sus construcciones reales un arte barroco afrancesado, más apegado a lo clásico y alejado de los excesos churriguerescos.
Palacio de Aranjuez
La arquitectura borbónica gusta de los grandes espacios y edificios de ritmo ordenado y equilibrado.
La Corte Borbónica construye tres grandes palacios:
  • La Granja de San Ildefonso, encargada a Teodoro Ardemáns.
  • El Palacio de Aranjuez, de Santiago Bonavía.
  • El Palacio Real de Madrid, edificio de Filippo Juvara y Giovanni Battista Sacchetti.
Fachada barroca de la Catedral gótica de PamplonaPor último citaremos a Ventura Rodríguez (discípulo de los dos anteriores) arquitecto, entre otros muchos proyectos, de la iglesia actual del Monasterio de Santo Domingo de Silos y de la fachada de la Catedral de Pamplona (VER IMAGEN LATERAL), y Francesco Sabatini que diseñó la famosa Puerta de Alcalá de Madrid.
Ambos arquitectos se consideran el final del barroco español y precursores del Neoclasicismo por su eliminación de motivos decorativos.

Pintura Barroca : Vermeer , Miguel Ángel , Caravaggio .

El siglo de Oro de la pintura en España es el XVII y corresponde el movimiento pleno de la pintura barroca. Se da la circunstancia de que este momento dulce y prolífico de la pintura coincide también con el de la literatura.

En la pintura barroca española hay una serie de elementos comunes que son fruto del momento político y religioso que vive España. Por un lado se percibe el pesimismo del decaimiento del gran Imperio Español del siglo anterior. Por otro lado, España está a la cabeza del movimiento de la Contrarreforma católica y la sociedad vive en el rigor impuesto en muchas áreas de la vida cotidiana por la Inquisición, por lo que van a predominar los temas religiosos, representados de manera dramática, apoyados por el tenebrismo italiano implantado por Caravaggio, corriente que al final terminaría por ser abandonada.
Los temas profanos y mitológicos, aunque existen, se dan mucho menos que los religiosos (puesto que, además es la Iglesia el principal cliente) y cuando se pintan se hacen sin sensualidad.
En la pintura barroca del siglo XVII existen tres escuelas a la que pertenecen la mayoría de los grandes artistas de la época. A la Escuela Valenciana perteneces artistas destacados como Ribalta y José de Ribera el Españoleto.
Por su parte, en la Escuela Andaluza se encuentran Murillo, Zurbarán y Valdés Leal, entre otros.
 A la Escuela Madrileña corresponde la figura principal de la pintura barroca que no es otro que Diego Veláquez, además de otras figuras tan relevantes como Claudio Coello y Carreño.

Caravaggio, El Santo Entierro
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Vermeer,El taller del pintor :

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Arquitectura Barroca : Bernini

Nacido en Nápoles en 1598, hijo del también escultor Pietro Bernini, pronto empezó a trabajar para el cardenal Scipione Borghese, quien le convirtió en su protegido. De ésta primera época son las obras Cabra amaltea (1615), "Eneas y Anchises" (1618-19) y "Neptuno y Tritón" (1620) de claro estilo manierista por influencia de su padre. Por encargo del cardenal realiza "El rapto de Proserpina" (1621-2), "David" (1623) y "Apolo y Dafne" (1622-24), obras caracterizadas por una evolución de su estilo hacia la caracterización psicológica de los personajes, que esculpe repletos de fuerza interior, y la delicadeza de los acabados.Su estilo bebe de fuentes diversas, como Miguel Angel, el clasicismo greco-romano, el naturalismo de Caravaggio o el tratamiento de los rasgos corporales de Guido Reni. Su básica innovación consiste en acercar al espectador a la obra, haciendo a éste partícipe de la acción, rompiendo las fronteras tradicionales de la obra de arte. Es por ello considerado como uno de los creadores del Barroco. Las mejores muestras de su hacer son el Extasis de Santa Teresa y las tumbas de Urbano VIII y Alejandro VII en el Vaticano. También trabajó para Luis XIV, para quien realizó un excelente busto, si bien no intervino en la modificación del diseño del Louvre como inicialmente estaba previsto. Falleció en 1680.

 ¨Apolo y Dafne¨
Apolo y Dafne, de Bernini.  Sorprendente la cara de ella cuando él la logra coger.

Es realmente fantástica, es magistral la forma en que su cabello se va transformando en ramas. Definitivamente, una gran escultura.

La leyenda de la máscara de hierro

La Mascara de Hierro. En el año 1698 un hombre misterioso fue hecho prisionero en la Bastilla. Nadie parecía conocerlo, aunque algunos de los prisioneros en este lugar eran gente importante, quienes, por alguna razón perdieron el favor del Rey Luis XIV. Este misterioso hombre fue un prisionero del gobierno desde 1687 y todo ese tiempo su rostro se mantuvo oculto tras una mascara.
El Hombre enmascarado murió en 1703, pero los rumores sobre su extraña existencia continuaron aun después de este hecho. En 1711 la cuñada del Rey, la Princesa Palatine menciono la historia en una carta enviada a su tía. Según lo que relata en esta carta, el misterioso prisionero era tratado bastante bien, pero siempre estaba acompañado de dos mosqueteros quienes estaban siempre listos y dispuestos a matarle en caso este decidiera despojarse de la mascara que le cubría el rostro. Así fue que este hombre llevaba en el rostro la mascara para comer, dormir y eventualmente, para morir.
Voltaire, el gran filosofo francés, paso una temporada en la Bastilla en 1717, una temporada que duro mas o menos un año. Al salir de la prisión comento con un amigo que había hablado con gente que había servido al hombre en la mascara de hierro. En su libro “La era de Luis XIV” el cual se publico en 1751, Voltaire afirma que el prisionero fue obligado a usar la mascara de hierro desde 1661, año en que fue capturado en la Isla Santa Margarita. En ese año el prisionero era joven y muy atractivo a quien le gustaba vestir bien y tocar la guitarra.
Mas adelante Voltaire, en algunos de sus escritos, dejo entrever la posible identidad de este misterioso prisionero. De acuerdo con estos escritos y según Voltaire, el hombre de la Mascara de Hierro tenia aproximadamente 60 años cuando murió y se parecía físicamente mucho a un hombre muy importante de la época. El personaje más famoso de la época y que también rondaba los 60 años era nada mas y nada menos que el Rey Luis XIV. Otro ilustre “huésped” en la Bastilla, el escritor Joseph de Lagrange-Chancel, cuenta que el enmascarado era llamado por el titulo de “príncipe” y el trato que se le daba era muy preferencial. Los oficiales que estuvieran en presencia de este hombre, le hacían reverencia y se quitaban el sombrero ante el, quedándose de pie hasta que el prisionero les diera la orden de sentarse.
Verdad o ficción, se dice que Luis XIV tuvo un hermano gemelo el cual fue separado por el rey del seno familiar para evitar la disputa por el trono. Y se dice que cuando este hermano creció y se dio cuenta de la verdad, fue arrestado y obligado a pasar el resto de sus días como el Hombre de la Mascara de Hierro.
Pero, esta no es la única versión sobre la posible identidad de este misterioso hombre. Una versión cuenta que el hombre detrás de la mascara era el real padre del Rey Luis XIV, ya que era bien sabido que el matrimonio de sus padres no era feliz y se conocía las infidelidades de la Reina Ana. En esta versión se atribuye la paternidad a el Duque de Beaufort, quien en este caso seria el Hombre de la Mascara de Hierro y que fue castigado de esta manera para evitar que la verdad se supiera.
Otra interesante versión que nace de los devaneos de la Reina, es que posiblemente sea el hijo fruto de una relación amorosa con el Duque de Buckingham.
Pero esto no queda aquí. En otra versión sobre la posible identidad de la persona detrás de la Mascara de Hierro se llega incluso a sugerir que haya sido una mujer. Si, aunque suene increíble, se dice que pudo ser la hija de Ana de Austria y Luis XIII. Esta teoría se basa en el temor de que u primer niño fuera su ultimo niño y necesitando un varón para el trono, la pareja real intercambio a la niña por un niño varón hijo de otra pareja. El impostor fue criado como Luis XIV y la princesa real destinada a pasar sus días en prisión con una mascara de hierro en el rostro.
Luis XIII murió cuando el Rey Luis XIV tenia solo cuatro años de edad. Durante 18 años la Reina Ana de Austria fue la que representaba a su hijo el Rey, pero con los consejos del Cardenal Mazarin. Se rumoreaba en ese entonces que ellos dos se casaron secretamente y que tuvieron un hijo. Y ese hijo Luis XIVsecreto se convirtió en el Hombre de la Mascara de Hierro.
A pesar de todas las versiones y especulaciones sobre la posible identidad del hombre (o mujer) detrás de la Mascara de Hierro, la verdad es que hasta el día de hoy muy poco se conoce a ciencia cierta. Lo que si parece muy poco probable es que esta persona haya sido el hermano gemelo de Luis XIV, ya que el certificado de defunción del prisionero dice que la edad del occiso era 45 años y el rey en esa época rondaba los 66. La mayoría de los expertos opinan y coinciden en que era un hombre de la nobleza o el sirviente de un noble.
A lo largo del tiempo se le ha dado diversas identidades al hombre detrás de la mascara de Hierro. Algunos de estos personajes que se pensó podrían ser le misterioso prisionero fueron:
1.El Duque de Beaufort, Almirante de Francia. El motivo de la supuesta encarcelación y el castigo de usar la mascara era el ser padre de Luis XIV.
2.Eustache Danger, un sirviente que fue arrestado en 1669 sin motivo aparente.
3.Eustache Dauger de Cavoye, un militar Francés que fue arrestado en 1668 por tomar parte en rituales satánicos y obligado a utilizar la mascara por ser medio hermano ilegitimo de Luis XIV.
4.Nicolás Fouquet, Ministro de Finanzas en el Reinado de Luis XIV y encarcelado por los celos del Rey.
5.Conde Ercolo Antonio Matthioli, un italiano que trabajo para el Duque de Mantua y fue encarcelado por malas negociaciones en la compra de una fortaleza. Se dice que voluntariamente utilizo la mascara por ser tradición italiana.
6.Moliere, famoso actor y escritor de obras teatrales. De acuerdo con esta versión, Moliere fue encarcelado y obligado a utilizar la mascara por sus ofensas a la religión demostradas en sus obras.
Esta leyenda, hasta el día de hoy, continua intrigando a mucha gente y probablemente nunca sabremos la verdadera identidad del hombre de la Mascara de Hierro.